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Los Viajeros

4 Viajes al Corazón - ES HORA DE NACER

4 Viajes al Corazón - ES HORA DE NACER "Háblame de la otra muerte , de la que tú y yo hemos vivido tantas veces, de esa que rasga, rompe y al amanecer una flor nueva alimenta nuestra sonrisa" H&D

- Me dijiste que no me atrevería con la muerte. Como no, cuando flota en el aire y yo, intentando espantarla, la palpo con los dedos...

Hay muchas formas de morir, la que ahora me aterra, me daña, es esa que como una película a cámara lenta habita en mi retina, desangrándome el alma:

Una bota patea una puerta, él tirado en el suelo, la sonrisa pegada en sus labios, lágrimas ahogándole en vida.

Amoniaco solidificando polvo blanco, fumándole, destruyéndole y en su suicidio, pide socorro.

Y en mi ceguera, la venda cae de mis ojos para ver aterrada como se está matando. Y yo, yo muero con él a cada segundo.

Háblame de la otra muerte , de la que tú y yo hemos vivido tantas veces, de esa que rasga, rompe y al amanecer, una flor nueva alimenta nuestra sonrisa.

Háblame de esa otra, mi querido amigo. De esa que ahora me tiene atrapada, asesinándome.

-... Y de dolor no se muere, madre.

He visto la muerte montando sobre cuatro ruedas, abortando cada risa nacida de dentro del corazón de una princesa y durmiendo apacible con mi sangre vencida.

He notado el filo de su espada rasurando mis sueños, cerrando cerrojos y jugando a la ruleta con los números marcados.

De todo su show de mimo con caretas de papel maché: la muerte deseada, la imprevista, la vil, la dulce, la estúpida, la risueña, la heroica... temo madre a la muerte en vida más que a ninguna otra y por ello, he aprendido a morir para renacer cada día.

Como la semilla muere con vocación de vida, así la muerte abona mis miserias y limitaciones para fertilizar mi belleza.

Para el viaje sin retorno, vestiré la mejor de mis sonrisas y sacaré brillo a la luz de mis ojos. Mi esencia regresará a su niñez y saludaré a todos mis amores de uno en uno, llamándolos por sus nombres, teniendo palabras distintas para todos ellos.

Intuyo que todos los momentos vividos entre mi nacimiento y mi penúltimo día, se han convertido en un breve paréntesis con sentido.

Voy en la popa y observo como mi barca deja una estela de espumas y olas iluminadas por una noche de Luna llena. Al fondo, la ciudad vomita los últimos vestigios del día en luces de neón sobre monóxido de carbono. Una voz me pide que vuelva la espalda, que no mire nunca más atrás. Me asegura que llegó mi hora y no me cuesta obedecerla.

Es la hora de nacer de nuevo.

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